La noche en que nació Evaristo, su madre, la hechicera más poderosa del clan de Orión, salió al jardín y pudo sentir cómo una cálida brisa plagada de susurros acariciaba su piel gélida. Obligada por la exhortaciones del viento, la hechicera se tumbó sobre las flores que con tanto esmero había cuidado y dio a luz. Cuando Evaristo sintió el olor y el tacto de las Centaurea cyanus rompió en llanto. Su existencia quedaría marcada para siempre. Pronto se convertiría en un nigromante sabio y poderoso que dominaría el lenguaje de las serpientes y crearía el mayor grimorio conocido, redactado en tres idiomas impronunciables para cualquier garganta humana, entre ellos el tebano. Atraído por su poder, un cónclave de almas errantes prestaría su voz a las infames historias contenidas en aquellas páginas milenarias.
Una vez llegada la senectud, Evaristo adquirió el cénit de su poder, y logró doblegar el espíritu de todas las alimañas terrestres. Absorbió el poder de las serpientes, y las petrificó para extinguir el veneno de sus lenguas. Pero la primera noche de Júpiter en Capricornio sintió una voz que brotaba de las entrañas de la tierra. Preguntó el nombre de la osada criatura que interrumpía su meditación, y la entidad se presentó como Lord Áspid Impío, el rey de los reptiles. Cuando Evaristo intentó reducirle con una de sus terribles Antífonas, la criatura le advirtió que no le serviría de nada, pues su existencia era más antigua que el mundo. Evaristo le preguntó de dónde venía, pero el ser primero dijo ser hijo de Caín para después contradecirse aludiendo a otras historias sobre dioses primigenios y vírgenes sacrificadas en Babilonia.
El origen de la Gran Serpiente es desconocido, pero no lo es su carácter pacifista a pesar de su imagen terrible. Cuando ofreció a Evaristo firmar una capitulación a cambio de la vida de sus súbditos, este aceptó. No tenía sentido comenzar una guerra sin fin. Cuando los reptiles volvieron a la vida y celebraron la paz, elevaron un cántico que rugió en todo el universo y las fauces de la tierra se abrieron.
De las entrañas del mundo emergió la bruja serpiente, capaz de doblegar a las huestes terribles con la vibración de su garganta. Más tarde se haría llamar Lady Necrophage, por su afición a la carroña. Evaristo, Lord Áspid impío y Lady Necrophage unieron sus voces y dejaron que las almas errantes les acompañasen para contar al mundo las historias más impías jamás creadas.